• Una versión de este artículo fue publicada en el periódico digital Nómada Guatemala

Querido pueblo de Guatemala, hoy he conversado con el Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Hablamos de las excelentes relaciones que hemos tenido como naciones desde que Guatemala apoyó la creación del Estado de Israel. Uno de los temas de mayor relevancia fue el retorno de la Embajada de Guatemala a Jerusalén. Por lo que les informo que he girado instrucciones a la Canciller para que inicie las coordinaciones respectivas para que así sea. Dios los bendiga. - Jimmy Morales

El 24 de diciembre, el presidente de Guatemala anunció en Facebook su intención de trasladar a Jerusalén la embajada guatemalteca en Israel. El presidente firmó el post con el ya familiar “Dios los bendiga”. Esto me recordó cuando, en sexto de primaria, cubrimos el conflicto israelí-palestino en clase. Con Biblia en mano, la profesora de Estudios Sociales resumió un pasaje del Génesis: Abraham quiere un hijo pero su esposa Sara es infértil. A instancias de Sara, Abraham preña a Agar, su sirvienta, de quien nace Ismael. Años después Sara concibe a Isaac. ¿Quién es el auténtico primogénito? La tradición cristina otorga la primogenitura Isaac, con quien se identifica. La tradición islámica prefiere a Ismael. Este, según mi profesora, es el origen del conflicto entre palestinos e israelíes.

Alguien respondió a la publicación del presidente en Facebook: “Dios lo dice en su palabra, todo aquel que bendiga a Israel, Dios lo bendecirá, y todo aquel que maldiga a Israel Dios lo maldecirá”. Pienso que mi profesora de Estudios Sociales hubiera estado de acuerdo con este comentario, pero a mí me cuesta aceptarlo. En pocas palabras, no creo que los profetas se hayan interesado por la ubicación de una embajada centroamericana en el medio oriente. Más bien, me parece peligroso porque ignora los intereses políticos que motivaron al presidente a anunciar el traslado de nuestra embajada a Jerusalén. Por una parte, es innegable que al presidente Morales le interesa la aprobación del presidente Trump. Pero incluso claros aliados de EEUU (Australia, Canadá, Panamá, Colombia y México) se abstuvieron del voto en la ONU cuando el país del norte anunció que trasladaría su embajada a Jerusalén; Nicaragua y Costa Rica votaron en contra. Por otra parte, sólo seis países votaron junto a EEUU e Israel: Guatemala, Honduras, Togo, Nauru, Palau y las Islas Marshall. Por coincidencia, los mismos seis son parte del pequeño club de países que mantiene una embajada en Taiwán y no en la República Popular de China (Guatemala se benefició enormemente del trato con Taiwán: Alfonso Portillo recibió $2 millones en sobornos de la embajada taiwanesa).

He dejado de último la posibilidad más tenebrosa: que nuestro presidente crea, como mi profesora de Estudios Sociales, que el conflicto entre israelíes y palestinos es en el fondo una batalla por la supervivencia de sus propios valores cristianos. No hay duda de que la decisión del presidente ha sido popular en el país, pero la posibilidad que sus creencias religiosas hayan definido nuestra política exterior es aterradora. Jimmy Morales debe una explicación a la población guatemalteca.

  • Diego Alburez es candidato al Doctorado en Estudios de Población por la London School of Economics en el Reino Unido.